Comentario
Cuéntase la navegación que se fue haciendo, y las señales que se hallaron, y cómo se vio la primera isla despoblada
Por el Oes-sudueste, derrota conforme a la instrucción, se fue navegando desde que se dieron velas en el Callao hasta subir altura de diez y seis grados, paraje en que se hallaron largos y bien vagarosos mares que se dicen de leva, y venían del Sudueste. A diez de enero se vieron los primeros pájaros; a once los primeros aguaceros con los vientos Leste y Les-sudueste; a doce hubo viento Sur; a trece se vio cantidad de pájaros garajaos; a quince tuvimos viento Norte y Noroeste; a diez y seis se vieron grandes bandadas de pájaros; a diez y siete, en altura e veinte y cuatro grados, nos hallaron los vientos Norte-Sur, Sudueste y el Oeste con alguna fuerza y grandes mares, por la cual mudanza hizo luego el capitán poner bandera en la gavia para tomar el parecer, a que no dio lugar el tiempo. Dijeron los pilotos de sus navíos a voces que estando fuera de los trópicos se hallaban todos los vientos, y que subiendo a más altura, más fuerza tendría el Norte. A diez y ocho anduvo el viento los rumbos todos, y uno nos dio viento Sur y Sudueste.
A veinte y dos nos hallarmos en viente y seis grados con temporal y aguaceros del Sueste y con grandes mares del Sur, que descubrieron los temerosos ánimos de algunos, diciendo: --¿A dónde nos llevan por este golfo grande en tiempo de invierno? Tal hubo que dijo se echase la barca a la mar. Obligados, pues, de la fuerza de los vientos y mares, se navegó al Oes-noroeste hasta veinte y cinco grados. A veinte y cuatro días a la noche se vieron los primeros relámpagos, que no eran muy encendidos: a veinte y cinco se vieron las primeras yerbas: a veinte y seis se vieron juntos pájaros de diversas castas; y este día, a las once, se descubrió la primera isla, cuya altura es veinte y cinco grados escasos. A buen juzgar dista de Lima ochocientas leguas: tiene cinco de boj, mucha arboleda y playas de arena y junto a tierra fondo de ochenta brazas: púsosele por nombre Luna-puesta. Era ya tarde, y por esto se acordó andar la noche de toda en vueltas, esperando el otro día para ir en su demanda; que venido, nos hallamos a sotavento, a cuya causa y por otras se dejó.